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A fecha de septiembre de 2017, había un total acumulado de 2.354 vehículos 100 % eléctricos vendidos en España. En el marco de este éxito, no sin inconvenientes, conviene comentar las  diferencias respecto a conducción entre coches eléctricos y coches tradicionales.

Aceleración inicial

En principio, vas a encontrarte con una mayor aceleración de arranque, puesto que la fuerza inicial es instantánea, superando la de un vehículo tradicional.

Igualmente, has de acostumbrarte a prescindir del pedal de embrague y de la potencia habitual de un vehículo tradicional durante recorridos largos con unidades eléctricas.

Se acabó el ruido en la ciudad

Una de las ventajas que presenta el vehículo eléctrico frente al tradicional es que su motor es mucho más silencioso, lo cual se nota dentro y fuera.

Discreta climatización

El uso de la climatización, tanto para calefacción como refrigeración, en el caso de un vehículo eléctrico, compromete directamente su autonomía. En este sentido, puedes emplear la conexión automática de forma que cuando vayas a emplear el coche este ya se encuentre a la temperatura deseada.

Coordinación y paciencia

Apostar por un vehículo eléctrico supone un esfuerzo logístico constante, pues las redes de puntos de recarga todavía no están suficientemente extendidas y su autonomía es más discreta.

Esto no sucede con un vehículo tradicional que puede recorrer entre 600 y 1.300 km, dependiendo del tamaño del depósito, repostando en cualquier gasolinera disponible cada pocos kilómetros.

Además, este repostaje se efectúa en cuestión de minutos, mientras que para una unidad eléctrica puedes necesitar toda la noche.

En síntesis, los coches eléctricos son una gran opción para agilizar el transporte urbano, siendo clave para la sostenibilidad ambiental y la recuperación de la calidad del aire. Los coches tradicionales son las unidades que ya conoces y, si bien no van a desaparecer en un futuro próximo, tendrán que compartir protagonismo con sus homólogos eléctricos.